sábado, 9 de septiembre de 2006

Tecnología y desarrollo

La historia nos ha mostrado que los procesos exitosos e irreversibles de desarrollo siempre han sido procesos masivos de adquisición de capacidades tecnológicas a nivel social. Eso estaba tan claro cuando los Estados Unidos y Alemania eran países subdesarrollados tratando de alcanzar a Inglaterra, que sus teorías de la época se centran en cómo captar y dominar las tecnologías extranjeras. Los procesos masivos de adquisición de capacidad tecnológica a nivel social son los únicos que garantizan que los esfuerzos de desarrollo sean no sólo exitosos sino sobre todo irreversibles. Porque, ciertamente, la sustitución de importaciones fue muy exitosa, fue un modelo genial, en un momento en que quizás no teníamos ninguna otra opción. América Latina logró crecer a tasas impresionantes que llegaron al 6-7-8, incluso 10%. Ese crecimiento generó una clase media educada y una cantidad de avances en salud, vivienda, infraestructura y capacidad productiva. Eso es preciso reconocerlo y están dogmáticamente cegados quienes, por insistir en la omnipotencia del mercado, se empeñan en negarlo. Pero resulta que esos avances se revirtieron. Muchos de esos logros se degradaron y se perdieron. ¿Saben por qué? Porque no fue un verdadero proceso de apropiación de la tecnología por parte de la sociedad. Ese vasto proceso de apropiación fue lo que hicieron los coreanos, los cuatros tigres asiáticos y los japoneses. Esto nos indica que la tecnología tiene que ser el núcleo dinámico de las estrategias de desarrollo. Sin dominar la tecnología, es posible el crecimiento, pero no es posible el desarrollo. Lo interesante es que en ambos continentes se aplicó una política de sustitución de importaciones con protección estatal pero el modelo nuestro se basó en la transferencia de los ingresos por materias primas en forma de subsidios; el asiático por no poseer materias primas tuvo que generar exportaciones e impuestos para financiar los subsidios. Otro terreno donde se manifiesta el acento en el desarrollo tecnológico es obviamente la inversión en desarrollar capacidad de investigación e innovación. En los diecisiete años que van de 1970 al 87, Corea multiplicó por seis el número de científicos e ingenieros, en sus empresas se instalaron 454 laboratorios de investigación y desarrollo, se quintuplicaron los científicos en el sector publico y se multiplicaron por veintiséis los del sector privado. Y, en un período de alto crecimiento del producto interno, la inversión en ID más que se sextuplicó, llegando casi al 2% del PIB. Nada de eso sucedió ningun país latinoamericano.

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